Después de nuestro paso por la XVI Bienal de Flamenco de Sevilla, mi madre y yo fuimos invitadas a El Puerto de Santa María (Cádiz), ciudad natal de mi madre. Allí el público me hizo saber lo grande que Doña Gloria Jiménez había sido cuando joven y cuanto la habían querido. Otra vez volvimos a vivir juntas la maravilloso de una cálida ovación, la entrega de un público que disfrutaba con lo que veía y la certeza de que todo era el comienzo de un gran sueño.
Y así fue, después de El Puerto llegaron muchas fechas, muchas actuaciones, muchos días y muchas noches en carretera, y sobre todo, mucha felicidad por lo que estaba viviendo.
Gracias Mamá por tanto.
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